La Flecha de Luz es uno de los momentos importantes y culminates de la Manada. Casualmente, ese mismo año Angel Hemmyr tomó la decisión de dejar la Manada 317 para ir a jugar Baloncesto. Uno de sus deportes favoritos. Así que, puedo decirles que me llenón un sentimiento de mucha tristeza. Pero, entendía que era una etapa más que culminaba en mi vida. Llena de muchas aventuras, diversión, aprendizaje, mucha paciencia, tolerancia.
Esos niños llevaban conmigo desde Kinder, Primero, Segundo, Tercero, Cuarto, Quinto Grado la mitad de su niñez y comienzo de la adolescencia. Los llevé por el camino del aprendizaje y la empatía, sin dejar atrás todos y cada uno de los valores que trabajabamos mensualmente en la Manada.
La Manada 317 se convirtió en mi segunda familia. Aprendí con don Saúl y doña Viviana, lo que es el proceso de trabajar con veinte mil pensamientos, y a como de lugar lo que Yo deseaba era finalmente, lo que se hacía. Claro, con mucha astucia y poder de convencimiento. Y lo logré.
Con ellos, tuve la oportunidad de comenzar, procesar y finalizar mi Wood Badge y ser una Castora. Realmente, ese animal es el que va conmigo. Edifica, construye e instruye a los que están a su alrededor. Aprendí que una sonrisa puede más que un discurso.
Me despedí con el alma rota, partida, hecha cantos. Pero cada quien tiene en su haber un tiempo limitado para cumplir sus sueños y nosotros dos, Hemmyr y Yo logramos conectar tanto y tanto que hoy día el conoce y Yo lo conozco con solo mirarnos.
Ese último abrazo en la Ceremonia de Flecha de Luz, juntamos nuestros sueños y a la vez nos separamos, dejando saber que cada quien había logrado su cometido.
Grandes recuerdos guardo y seguiré guardando.