Y nos fuimos un domingo de paseo como de costumbre al centro de la Isla a tomarnos un delicioso café. Así que, Hacienda Tres Picachos estaba como nuestro primer destino. Llegamos alrededor de las 11:30 a.m. Fue una travesía sumamente divertida. Entre los mareos de las curvas y lo alto del lugar nos provocó un poco de ansiedad. No es la primera vez que visito Jayuya, pero el no estar conduciendo, provoca que me de dolor de cabeza e indigestión.
Y llegamos a la Hacienda Tres Picachos, al entrar fue impresionante la cantidad de artículos antiguos fue impresionante. Incluso se encontraba un camión TONKA que le había comprado a Saed antes de tener un año de vida. El lo utilizaba para montarse en la tumba. Al entrar al local, es un viaje al pasado, la casa antigua, con las ventanas de madera y un enrorme balcón que da hacia el río. Hay un puente colgante que tienes acceso única y exclusivamente por la parte de adentro de la Hacienda. En la parte de atrás se encuentra una réplica de lo que en algún momento fue una casita de madera con balcón y en la ventana un fregadero, una barraca para poder protegerse de los huracanes que en algún momento azotaron a Puerto Rico y también la letrina para poder realizar las necesidades básicas.
Una de las cosas que me llamó la atención fue la carroza color blanca debajo de un ranchón hermosamente pintado con un columpio. Si es por mí paso el día completo mesiéndome en el. No puedo dejar de hablarles del trapiche movido por agua, aun funciona, obviamente con la capacidad que en algún momento fue utilizado.
Estar allí fue transportarme al pasado en el cual me hubiese gustado vivir.
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