La vida tiene varias maneras de ponernos a prueba. Créeme, no una, muchas formas. Es ahí de donde uno puede identificar, en efecto de que estamos hechos. Tengo a mi MEJOR AMIGA, ALIDA quien me reafirma, eres fuerte, puedes con eso y mucho más, si has llegado hasta aquí, un chín más y listo. La verdad es que desde el 2020 han sido cambios constantes, de 360 grados. He tenido la bendición de contar con seres espectaculares, llenos de mucha luz, entendimiento, sabiduría, sobretodo la empatía para poder llevar conmigo o acompañarme en este caminar. Ha sido sumamente diverso, lleno de muchas emociones no obstante, tuve la oportunidad de brincar el charco para ir a visitar a Saint Petersburg, Tampa.
Mi viaje comenzó a las 10:30 p.m. en el Aereopuerto Luis Muñoz Marín, Carolina. Una noche lluviosa y fría. No es la primera vez que viajo en la noche, esta vez el área de espera estaba sumamente tranquila. Todos estaban en sus quehaceres tecnológicos. A pesar de todo mi vuelo estaba pautado para las 2:09 a.m. pude ir bajando los niveles de ansiedad y poder identificar el ¿por qué? y ¿para qué? Sin embargo, salimos a las 3:00 a.m. entre una cosa y otra. Despegamos a las 3:15 a.m.
Me tocó la ventana, pero me aseguré de que en efecto pudiese disfrutar del espectáculo de la ventana. Sabiendo aun que en efecto la claustrofobia me pone de vez en cuando a prueba. Lo más interesante del asunto es que cada vez que despega el avión tengo que tener la tranquilidad de poder soltar todo aquello que puede estar de más en la mochila que llevamos en la espalda.
Y así fue, una vez comenzó a despegar el avión todo fue perfecto con la canción de Tercer Cielo, El Cielo es el límite. Y así mismo, comencé a sentir un vacío y una ligereza en el cuerpo. Dejar atrás, es un sentimiento tan gratificante. Desearlo hasta alcanzarlo es llegar a lo máximo como individuo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario