Y como es de costumbre, el puertorriqueño usualmente sale de compras de chocolates, restaurantes, buen vestir y aparentar. En mi caso, nos fuimos para el Oeste de Puerto Rico, Mayaguez. Divino por demás. Y es que el día del Amor y la Amistad lo fue un domingo. ¿Para qué? y ¿Por qué? son las preguntas más importantes en mi diario vivir. Y es que, loca por visitar nuevamente, nos fuimos para Buyé. Curiosamente, al llegar alrededor de las 9:30 a.m. fue sorprendente la cantidad de personas que habían tomado también la postura de irse a respirar salitre.
Ese azul tan espectacular, divino, exquisito que tiene Buyé es único. Ya he perdido la noción de cuantas veces he tenido la oportunidad de disfrutar de tan hermoso rincón. Y es que vivo enamorada. Y el día comenzó sumamente apacible, el cielo y el mar hacían competencia de los azules.
Y comenzaron a llegar las lanchas, todo tipo de música se escuchaba, sobresalía el REGGEATON. Si no puedes con el enemigo, ¿qué tienes que hacer? pues te unes y listo.
Un día en el cual disfrutamos un montón. Nos hacía falta desconectarnos de todo y todos. Darme cuenta que Hemmyr es más grandote que Yo, es todavía un proceso por el cual estoy trabajando.
Y seguimos disfrutando de este paraíso terrenal. Ya en planificación de las próximas salidas, las mismas, interesantes por demás.
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