Como de costumbre, es importante desconectarse de lo cotidiano, lo habitual, la rutina. Al momento, nos encontramos lugares mágicos, remansos de Paz. Y es que en momentos alegres, seguimos disfrutando de las bellezas que Puerto Rico tiene para ofrecernos.
Mochila en mano, como para no perder la costumbre, nos adentramos al campo. Y es que, vivimos en el campo, no obstante, estamos en el área metro. Y es importante, llegar y escuchar sólo a los pajaritos cantar. Sentir la brisa fría y oler, oler lo rico de vivir en el campo.
Al paso, llegamos sin problema alguno al lugar que por 4 días se estaría convirtiendo en nuestro hogar.
¿Qué hicimos? De todo, desde dormir tarde, comprar pan en el colmado de la esquina, hablar con los que viven allí, sentarnos frente a la fogata mientras comíamos marshmallows.
Una experiencia única, exquisita, espectacular. La compañía, un retiro en todos los sentidos de la palabra.
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