En la vida nos vamos tropezando con todo tipo de personas. Unas van alegrándote la vida, otras van retando al destino y logras armarte de mucha fortaleza, de mucho coraje, determinación y desición. Este es mi carácter. Vivo orgullosa, sumamente orgullosa de la MUJER que me ha tocado convertirme. Lo que me define: DECIDIDA.
Así que agarré una mochila y nos fuimos a un nuevo destino. Ya lo había visitado hacía unos cuantos años, en este momento me fui muy bien acompañada. Y llegamos al aereopuerto. El despegue, que puedo decir, nada de nervios. Como que ya me está empezando a gustar el jangueo en el aire como lo dice uno de mis HASHTAGS.
Ya en Fort Lauderdale nos fue a recoger Daniel, hacía unos cuantos años no nos veíamos, siempre el ha sido de tener cerveza en mano. Ya la tenía lista para celebrar nuestra llegada.
Una semana sumamente intensa en todos y cada uno de los aspectos. Cada día fueron y serán inolvidables.
Comenzamos el recorrido en Wynwood. Allí el arte urbano hace eco de tantas expresiones artísticas y es que cuenta con la cantidad de murales de todos los tamaños y colores. Simplemente, extraordinarios. Sin embargo, antes de que se convirtiera en un rincón artístico - museo urbano particularmente fue una zona peligrosa.
Fuimos un grupo de amistades en la noche. Literalmente era como estar en San Juan por ejemplo: en la Calle Cerra, en Santurce, la Calle Loíza, entre otros rincones que tiene Puerto Rico en donde se encuentran la cantidad de murales. La cantidad de negocios al aire libre a raíz del COVID es impresionante. Y llegamos a un negocio en donde se podía escuchar y apreciar la música caribeña (salsa, merengue, bachata y hasta reggeaton).
Sí, la cantidad de puertorriqueños que estaban esperando en la fila para entrar fue el estar en la Placita de Santurce un miércoles y/o jueves. Seguimos, seguimos y seguimos caminando y de momento aunque no es mi favorito, Danny me trajo un mojito. Pero, que clase de mojito. Me tomó como 1 hora el poder tomármelo. Estaba delicioso. Luego nos sentamos en un local al aire libre a poder tomarnos una cervecita y comer unos aperitivos, a su vez, ponernos al día de todos y cada uno de los acontecimientos. ¡Reírnos! esa fue la parte más importante de la noche. La risa contándonos todas y cada una de las aventuras fue y seguiré atesorándola hasta que nos volvamos a encontrar en julio como acordamos. Aun estamos discutiendo en dónde será el encuentro. Mientras, los mensajes durante el día nos mantiene vivos.
A lo que vamos, los murales son indescriptibles. Hay artistas de todas las nacionalidades. Regreso, pero durante el día para poder apreciar los colores y detalles que cada uno de los murales tiene. Hay un refrán que dice: "El diseño te trae aquí, pero te quedas por el estilo". Vimos desde boutiques, tiendas pequeñas artesanales o galerías de arte alternativo. Una fusión entre lo urbano, auténtico e interesante.
En cualquiera de las calles que pudimos recorrer del barrio son una obra de arte en sí mismas. Como dato curioso el barrio fue habitado por puertorrique(os, luego los cubanos y colombianos. Así que, para los años 50 esa zona se conociese como Little San Juan. Las áreas públicas tomaron los nombres de varias celebridades latinas. Ya para los años 70 hubo un aumento en delincuencia, inseguridad y hasta de desempleo. No obstante, ya para los 90 hubo una autogestión por parte de los habitantes. FUe el Idealista Tony Goldman no tardó el ver el potencial artístico de la zona en su representación más pura, los grafities inauguró lo que hoy se conoce como Wynwood Walls. Ya para el 2016, Wynwood tiene el orgullo de celebrar su segunda primavera como barrio de moda de la ciudad aunque su ascenso continúa rápido e imparable. Y su espíritu único se mantiene vivo sus ansias de superación.
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