Me invitó una amiguita a su dulce hogar en Ciales durante todo el fin de semana. Era la primera vez que visitaba ese pueblo, y tengo que reconocer que ese fue el momento íntimo de enamorarme de el. Dejamos nuestras pertenencias y sin pensarlo comenzamos nuestra ruta por los chinchorros del área, cerca ya era tarde. Comimos, bebimos, jugamos billar. Visitamos entre los lugares en Toro Negro, una comunidad llena de magia. Tan pronto entramos las casitas de madera son todo un espectáculo, obviamente nos detuvimos a retratarlas y estuvimos hablando con sus residentes, personas sumamente amables y de un corazón enorme. Nos fuimos a otro de los chinchorros, El Huérfano, un Museo, pero que mucho disfrutamos en ese momento y aquel lugar, detrás pasa el río y ¿que pasó? Hemmyr y Saed se tiraron sin pensarlo. Muy propio, porque mientras ellos disfrutaban en lo que a ellos le gusta, nosotros tuvimos tiempo para poder tomarnos unas cervecitas y poder dialogar. Seguimos camino arriba, pasamos por el puente y el agua del río pasaba por encima. Yo me quedé sorprendida, y una crecida de río incomunica de inmediato a los residentes.
La verdad es que no recuerdo a que hora llegamos a su residencia, al otro día nos fuimos en Ciales pero otros sectores hasta llegar a Orocovis. Hermoso.
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